El Premio a la Desobediencia, cuya primera edición se ha celebrado este año, quiere reconocer a los audaces, a quienes impulsan un cambio positivo en la historia humana enfrentándose a cualquier institución (ya sean gobiernos, tribunales, laboratorios, universidades o negocios).
Via Carlos Fosca
El Premio a la Desobediencia otorgado por el MIT, cuya primera edición se ha celebrado este año, quiere reconocer a los audaces, a quienes impulsan un cambio positivo en la historia humana enfrentándose a cualquier institución (ya sean gobiernos, tribunales, laboratorios, universidades o negocios). Los ganadores de esta primera edición han sido Mona Hanna-Attisha y Marc Edwards, científicos y activistas que se enfrentaron a las autoridades en la crisis del agua de Flint, Michigan. Durante años, el agua que consumieron los habitantes de la zona estuvo contaminada por niveles de plomo que podían llegar a ser mortales. Hanna Attisha y Edwars arriesgaron su prestigio académico, fueron ridiculizados y sancionados por ponerse del lado de los vecinos de Fllint, hasta que consiguieron demostrar que ellos tenían razón y obligaron a rectificar a los gobernantes.